CALENDARIO

jueves, 19 de junio de 2014

CARTA DE DESPEDIDA



LLEGÓ LA DESPEDIDA
 El camino que iniciábamos hace dos años termina para mí, acaba mi trabajo en este centro, y con éstos, mis alumnos: Vega, Héctor, Paola, Carlota, Daniela, Marc, Gabriel, Raúl, Nazaret, Fabio, Olga, Nahuel, David y Verónica. Y os aseguro que llegado este momento, de alguna forma me hubiera gustado echar el tiempo hacia atrás y comenzar de nuevo este maravilloso viaje. Pero todo tiene su momento y este viaje llega a su fin.

Todas las despedidas traen recuerdos que dejan inolvidable huella en nuestro corazón. No se, os acordáis los primeros días de clase, aquellos pucherillos, las lagrimillas, cómo les costaba separarse de sus mamás y a las mamás también de sus polluelos. También esas risas porque lo hemos pasado bien, muy bien. 

Nos hemos ido concociendo poquito a poco, haciendo grupo. Hemos trabajado como hormiguitas respetando a cada uno de ellos, sus ritmos y su momento madurativo. Intentando siempre atender a cada una de sus necesidades y a su situación personal. Sin descuidar en ningún momentos los detalles, que importantes son los detalles en el día a día, esa mirada cómplice, ese beso mágico que no se que poder tiene pero que todo lo cura, ese abrazo y ese achuchón cargado de cariño cuando más se necesita. Y esos cuentos que han sido a lo largo de estos años el hilo conductor de los aprendizajes.

Todo ello para ayudarles a crecer y para crecer junto a ellos. Os puedo asegurar que en cada momento me he sentido como gallinita a lado de sus polluelos: Les he protegido, guiado, enseñado, educado, querido, sobre todo querido ¡Les quiero!

Hemos compartido paseos, excursiones, tardes de sol y patio, hemos visto llover tras los cristales y nevar, nos lo hemos pasado bien. Que importante es que los niños vengan contentos al colegio, que tengan ganas de venir a la clase, que vengan alegres. Así que fácil se nos hace la educación.

Junto a vosotras las familias y los compañeros con los que he compartido estos años hemos intentado educar en libertad, han crecido sus alas y les hemos ayudado a volar pero sobre todo hemos intentado, hemos querido sembrar en sus corazones la semilla del respeto, de la rectitud, generosidad, del compañerismo, de la paz, del obrar siempre de buena fe con los demás sin importar quienes sean.

Ha sido también nuestro trabajo sembrar la  semilla del cariño, del afecto, del amor hacia todos y todo lo que les rodea con el fin de que sean felices. Mi trabajo con ellos llega a su fin pero vosotras las familias ni descansáis ni tenéis vacaciones, tenéis que seguir bregando con ellos cada día.

Por útlimo solo me queda agradeceros de corazón vuestro apoyo, vuestro tiempo, afecto y palabras que me habéis brindado en cada momento. Pero muy especialmente quería agradeceros que me hayáis prestado ese tesoro tan preciado que son vuestros hijos e hijas, para mi es la mayor de las satisfacciones, la mayor alegría.

Tengo la suerte de ejercer una profesión realmente gratificante, ser maestra pero especialmente ser maestra de infantil

                                              Muchas gracias a todos 
                                                   Hasta siempre
                                                        Nieves
 

viernes, 23 de mayo de 2014

LA SEÑORA DE LA MONTAÑA, LA M



LA SEÑORA DE LA MONTAÑA, LA M

La señora M, que es la mujer del panadero, vivía feliz con sus dos hijas gemelas en la ciudad. Un día decidió ir a dar un paseo al campo, cerca de un espeso bosque que había al lado de las montañas. Después de comer, la seño
ra M resolvió subir a lo alto de la montaña para ver el paisaje. Mientras observaba todo, le pareció ver una flor que volaba, comenzó a bajar la montaña y aquello que parecía una flor se le posó en el hombro, era una mariposa de bonitos colores.
Al llegar abajo, decidió ir a palacio a enseñarle a los reyes la mariposa. Pero sí, sí... ¡la que se armó!
Los gigantes que estaban jugando con los niños en el País de las Letras, al ver a la señora M con la mariposa gritaron asustados. Todos miraban y no sabían qué pasaba.
Salieron corriendo y a su paso destruían todo lo que encontraban ¿Sabéis por qué? Porque los gigantes tenían un miedo terrible a las mariposas y se volvían como locos. Los gigantes creyeron que lo habían hecho para asustarlos y se enfadaron muchísimo y amenazaron con destruir a aquellos que se atrevieran a pasar a su territorio.
Los reyes avisaron que nadie debía caminar nunca hacia el País de los Gigantes porque el mago Catapún, su rey, estaba siempre alerta. Los reyes mandaron plantar muchísimos árboles, muy altos, que rodeasen y protegiesen el País de las Letras. Entonces el mago Catapún ordenó a los gigantes que soplasen fuerte, fuerte, con su gran bocaza, por entre los árboles y que mandasen un viento de los más fríos del invierno. Así las le tras enfermarían y, a lo mejor, morirían. Los reyes ordenaron que nadie mirase hacia el País de los Gigantes, para evitar los catarros, las anginas y las pulmonías, casi todos obedecieron, menos una letra que no se había enterado de la prohibición (otro día la conoceremos). También pidieron que saliesen por la noche, para que no pudieran verlos, pero se daban cada coscorrón... Pensando, pensando, hallaron una solución: que todos se vistiesen con trajes blancos, los gigantes creyeron que todas las letras habían muerto y que lo que veían eran fantasmas.
Los reyes mandaron a la señora M a vivir a la montaña para que desde allí vigilase a los gigantes, y también si veían algún incendio, ella aceptó encantada el trabajo de vigilante y guardabosques, porque le encanta vivir en el campo y también los animales y pensó que viviendo en la montaña, podría tener unos cuantos para cuidarlos. Como a toda la familia le gustaba tener animales decidieron construir una cerca y comprar un perro pastor. Todos los habitantes del país colaboraron en la construcción de la cerca, cogiendo árboles caídos o cortando los que podían talar sin hacer daño a los demás y luego plantaron tantos árboles como habían cortado. Compraron una vaca, tres ovejas, dos corderos y tres cabras, al perro le pusieron de nombre Chispa, porque no paraba de saltar, era muy listo y enseguida aprendió su oficio. Pronto pudieron ordeñar los animales y hacer queso, mantequilla, yogures.

                                                                          FIN

EL LECHERO L



EL LECHERO L

Gracias al lechero L, los niños del País de las Letras crecían sanos y fuertes,
porque la leche es un alimento muy importante. Nuestro llllllechero, señor L, hacía mantequilla con la leche que le sobraba y se la vendía al señor P (el pastelero), a la doctora le llevaba batidos para que se los recetase a los niños enfermos, y hacía queso para vender, porque es muy nutritivo y pone a los niños muy fuertes.
Todas las mañanas el lechero se levantaba muy temprano para ordeñar las vacas. La leche la ponía en las lecheras y la llevaba con un carro por la ciudad.
Al llegar cerca de la casa de sus clientes, gritaba: ¡Lllllechero, vendo rica leche!
¿Quién quiere comprar leche?...¡Llllllechero! La gente dejaba sus trabajos y salían a la calle a comprar la leche necesaria para su familia.
Los reyes hacían lo mismo porque también necesitaban leche para sus hijos. A
la princesa O y al príncipe E les encanta la leche fría, la toman como el agua a la hora de comer. La princesa I sólo tomaba medio vaso, porque como es tan delgada enseguida se llenaba.
Con ella les hacían ricos flanes, natillas con bizcochos o chocolate para mojar
los picatostes que el panadero P les llevaba cada mañana. Hasta la princesa I se alegraba cuando sus padres preparaban aquellos deliciosos postres.
El príncipe E, tan travieso como siempre, un día quiso llevar la pesada lechera
que el señor L había dejado en el jardín. Cuando ya había conseguido levantarla bastante, tropezó y se cayó, y con él la lechera y la leche. Parecía que se había dado una ducha de nieve, con toda la leche por encima. !Estaba tan blanco!
Un perrito que había por allí se acercó a beber la leche y a lamer la ropa de
nuestro amigo. El travieso E. Como siempre, acabó en la ducha. Tuvieron que ponerle ropa limpia. El rey U pagó la leche que se había caído, pero luego el príncipe tuvo que ir devolviendo poco a poco lo que valía la leche derramada, quitándolo de sus propinas.
Normalmente, cuando el lechero terminaba su trabajo, se iba al huerto a coger
llllechugas, que le encantaban en la ensalada . Un día se llevó de paseo a las vacas. Las dejó a la orilla del río pastando hierba fresca, pero, cuando se dio cuenta, ya las tenía dentro del huerto comiéndose las lechugas, así, solas, aunque no estuvieran en ensalada. No pudo enfadarse, pues la culpa era suya por no tener más cuidado. La próxima vez las dejaría atadas para que no hiciesen travesuras.

                                                                       FIN

EL PELUQUERO P




EL PELUQUERO P QUE LUEGO FUE PANADERO

Uno de los problemas que preocupaban a los reyes del País de las letras era que en su país no había peluqueros Pidieron voluntarios y se ofrecieron varios para realizar el trabajo, pero lo hacían tan mal que duraron muy poco tiempo. El último que se presentó fue el señor P; empezó su trabajo y todos salían muy contentos: lavaba, peinaba y cortaba el pelo y además cobraba poco dinero.
Un día el señor P había dormido poco y estaba algo despistado, entró una
señora a rizarse el pelo y se lo cortó tan corto, tan corto, que casi parecía calva ¡Qué disgusto el de la señora! Lloró, se enfadó, gritó, pero aquello no tenía remedio. Otro día fue un señor a cortarse el pelo, pero él se lo rizó como a una señora y le preguntó si quería que le hiciese un moño. ¡Huy!, Aquel señor salió corriendo de la peluquería y no volvió más.
Como no dejaba de tener despistes, los reyes sugirieron al señor P que dejase
la peluquería y buscase otro trabajo. El señor P pidió ppperdón y se fue a su casa.
Habló con su familia, y le convencieron de que lo mejor para que le perdonasen, era que pusiese una pppppanadería-pppastelería.
El señor P lo estuvo pensando, habló con los vecinos y ellos le animaron también. Dicho y hecho, empezó a hacer pasteles y todos le decían que eran riquísimos y baratos.
Por las mañanas, a la hora del desayuno, el señor P iba al castillo a llevar a la
Familia Real los bollos recién sacados del horno. Muchos días le encargaban también una tarta para el pppostre, o ppporras, pppicatostes. Cuando llega al castillo, habla un poco con cada uno para enterarse de lo que le gusta más. Son tan parlanchines que cuando se juntan hablan todos a la vez. Cuando hablan todos juntos dicen cosas que se entienden, como papa, pío, pupa, pipa, y otras muchas. Si al panadero le acompaña su mujer, aún dirán muchas más. Pronto la conoceréis y hablaremos con ella.

                                                                      FIN

CUENTO LA FAMILIA REAL (LAS VOCALES)



LA FAMILIA REAL
La familia real está formada por:
El rey U, que es muy fuerte, y está mas bien gordito, porque le gusta mucho comer, sobre todo las uuuuuvas. Es muy amigo de un animal que siempre va con él, es un lobo, que siempre dice uuuuuuuu.
La reina A, es alta y alegre,. Sus flores favoritas son las amapolas y casi siempre tiene un brazo doblado para llevar un gran cesto de estas flores. Siempre va con su aaaro para hacer gimnasia y mantenerse en forma.
Los reyes se encargan de que su país funcione bien, son muy queridos por los
habitantes de su país.
Tienen dos hijas y un hijo: La princesa I, es la más delgada de toda la familia real, nació pequeñita y delgadita, algunos alimentos le sentaban mal y siempre esta ba llorando iii...iii... Llora tanto que las hormigas se esconden cuando ella llega para no morir ahogadas. Es muy delicada para comer y no le gusta apenas nada, así que continua siendo delgada. La princesa I tiene una iiiiiiguana que es su amiga y con la que le encanta jugar.
La princesa O , es la hija mayor de los reyes, se parece a su mamá, redonda y
gordita, es inteligente, trabajadora, formal... disfruta comiendo los dulces que
prepara su mamá, pero luego tiene cuidado de lavarse los dientes para que no se les piquen. Su juguete favorito es un oooosito de peluche. También le gustan mucho los juegos de mesa, como la oooca. Como es la mayor cuida de sus hermanos que son muy traviesos y siempre se están metiendo en líos, se llevan muy bien los tres.
El príncipe E, es el segundo hijo de los reyes, es el más travieso, siempre lleva
los pelos revueltos. Es muy curioso y despistado, siempre está preguntando ¿eh?.
Su mejor amigo es un eeeelefante que le regalaron, siempre está jugando con
él. Cuando sus hermanas le pedían montar en el elefante, él se hacía el despistado para no dejarlas subir, hasta que su padre le advirtió que si no jugaban juntos regalaría el elefante a un circo, y no tuvo más remedio que dejarlas subir.
El elefante les hace de tobogán para bajar a la piscina, los ducha con su trompa, en fin se lo pasan muy bien los tres juntos. También tiene otro amigo el príncipe E. Es un eeeerizo con el que una noche se pinchó el pie, porque al ser tan despistado no lo vio.
                                                                  FIN

CUENTOS DE LAS LETRAS



                  EL PAIS DE LAS LETRAS Y EL SEÑOR ESTUDIOSO
Erase una vez un pequeño país que existió hace muchos, muchísimos años,
cuando había gigantes , y magos, duendes y hadas, en la época en que los animales y lasletras hablaban. Se llamaba el País de lasLetras. Era un país con pocos habitantes, y
todos vivían en una ciudad rodeada por verdes campos, entre altas montañas y prados
salpicados de alegres flores de colores. Los bosques les daban sombra cuando el sol le
enviaba demasiado calor; unos riachuelos saltarines les proporcionaban agua fresca
para beber y lugar donde jugar y refrescarse mientras chapoteaban y mojaban a los
que se habían quedado en la orilla. A veces trataban de cruzarlos, saltando de piedra
se enfadaban, tardaban mucho tiempo en recuperar el buenhumor. Pisaban el suelo con tanta fuerza que retumbaban una y otra vez las campanas del País de la Letras, como en los días de fiesta.
Un día llegó al País de las Letras un señor bajito y simpático, cubierto por un sombrero y con unas gafas que le daban aire de personaje sabio. Y así era... , pues este señor
tenía muchas ganas de descubrir y aprender cosas nuevas; poreso siempre llevaba un lápiz y una libreta en la mano en la que apuntaba todas lasmaravillas que iba descubriendo a lo largo de sus viajes. Pero de todas las cosas nuevas que iba aprendiendo, lo que más le gustaba eran las historias que escuchaba. “Algún día
me olvidaré de todos los cuentos que me han contado”, pensaba muy preocupado.
“Tengo que encontrar la manerade recordar todas las historias”.
Con esta idea en la cabeza, el sabio llegó al País de las Letras.
Paseó por las calles de la pequeña ciudad, observó las costumbres de sus habitantes y se asombró de la forma que tenían sus cuerpos y de la forma de comunicarse. Todos eran distintos y hablaban de forma diferente.
Enseguida se dio cuenta de que, cuando iban varios juntos y hablaban se oían palabras como las que se decían en el país del señor Estudioso.
Pesó que, si dibujaba sus cuerpos y aprendía su forma de hablar, podría escribir
por fin todos los cuentos y, de ese modo, no los olvidaría. “Así, también los niños podrían disfrutar leyendo todas las historias”, pensaba lleno de satisfacción. El señor
Estudioso se puso manos a la obra. Sin perder tiempo se dirigió al castillo para que los
reyes le autorizasen a llevar a cabo el proyecto. Sus majestades aceptaron encantadas.
El señor Estudioso dibujó uno a uno a todos los habitantes del País de las Letras, aprendió sus sonidos y los hizo famosos en el mundo entero. También fueron muy conocidas las aventuras sucedidas en este país. 
                                                                     FIN
                                       

viernes, 16 de mayo de 2014