OS HE ADJUNTADO EN LA PARTE DERECHA DEL BLOG UNA HOJA DE CALIGRAFÍA PARA QUE PODAÍS PRACTICAR CON VUESTROS HIJOS PALABRAS INCLUSO FRASES CON LAS LETRAS QUE VAMOS APRENDIENDO. NOS PUEDE SERVIR DE LECTURA Y DE ESCRITURA.
ESPERO QUE OS SEA DE UTILIDAD
CALENDARIO
sábado, 29 de marzo de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
EN FALLAS
NOSOTROS CELEBRAMOS EL DÍA DEL PADRE EN EL COLEGIO, NUESTRA COMPAÑERA PAOLA TUVO LA SUERTE DE CELEBRARLO EN VALENCIA. NOS HA MANDADO UNAS FOTOS DE ESOS DÍAS.
PAOLA DESDE VALENCIA EN LAS FALLAS
¡QUÉ SUERTE!
viernes, 21 de marzo de 2014
viernes, 14 de marzo de 2014
EL PEZ ARCOIRIS
En alta mar, en un lugar muy muy lejano, vivía un
pez. Pero no se trataba de un pez cualquiera. Era el pez más hermosos de todo
el océano. Su brillante traje de escamas tenía todos los colores del arco iris.
Los demás peces admiraban sus preciosas escamas y
le llamaban “el pez Arcoiris”.
¡Ven, pez Arcoiris! ¡Ven a jugar con nosotros! –le decían. Pero el pez Arcoiris ni siquiera les contestaba, y pasaba de largo con sus escamas relucientes.
¡Ven, pez Arcoiris! ¡Ven a jugar con nosotros! –le decían. Pero el pez Arcoiris ni siquiera les contestaba, y pasaba de largo con sus escamas relucientes.
Pero un día, un pececito azul quiso hablar con él.
¡Pez Arcoiris, pez Arcoiris! –le llamó- Por favor, ¿me regalas una de tus brillantes escamas? Son preciosas, ¡y como tienes tantas . . . ¡
¡Pez Arcoiris, pez Arcoiris! –le llamó- Por favor, ¿me regalas una de tus brillantes escamas? Son preciosas, ¡y como tienes tantas . . . ¡
¿Qué te regale una de mis escamas? ¡Pero tú
qué te has creído! –gritó enfadado el pez Arcoiris- ¡Venga, fuera de aquí!
El pececito azul se alejó muy asustado. Cuando se
encontró con sus amigos, les dijo lo que le había contestado el pez Arcoiris. A
partir de aquel día nadie quiso volver a hacerle caso, y ya ni le miraban;
cuando se acercaba a ellos, todos le daban la espalda.
¿De qué le servían ahora al pez Arcoiris sus
brillantes escamas, si nadie le miraba? Ahora era el pez más solitario de todo
el océano. Un día, Aroiris le preguntó a la estrella de mar:
¡Con lo guapo que soy . . .! ¿por qué no le
gusto a nadie?
No lo sé –le contestó la estrella de mar-. Pregúntale al pulpo Octopus, que vive en la cueva que hay detrás del banco de coral. A lo mejor él tiene la respuesta.
No lo sé –le contestó la estrella de mar-. Pregúntale al pulpo Octopus, que vive en la cueva que hay detrás del banco de coral. A lo mejor él tiene la respuesta.
El pez Arcoiris encontró la cueva. Era tan oscura
que casi no se veía nada. Pero, de pronto, en medio de la oscuridad, se
encontró con dos ojos brillantes que lo miraban.
Te estaba esperando –le dijo Octopus con una
voz muy profunda-. Las olas me han contado tu historia. Escucha mi consejo:
regala a cada pez una de tus brillantes escamas. Entonces, aunque ya no seas el
pez más hermosos del océano, volverás a estar muy contento.
Pero . . . Cuando el pez Arcoiris quiso
contestarle, Octopus ya había desaparecido.
“¿Qué regale mis escamas? ¿Mis preciosas escamas brillantes? –pensó el pez Arcoiris, horrorizado. ¡De ninguna manera! ¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?”
“¿Qué regale mis escamas? ¿Mis preciosas escamas brillantes? –pensó el pez Arcoiris, horrorizado. ¡De ninguna manera! ¡No! ¿Cómo podría ser feliz sin ellas?”
De pronto, sintió que alguien le rozaba suavemente
con una aleta. ¡Era otra vez el pececito azul!
Pez Arcoiris, por favor, ¡no seas malo! Dame
una de tus escamas brillantes, ¡aunque sea una muy, muy pequeñita! El pez
Arcoiris dudó por un momento. “Si le doy una escama brillante muy pequeñita
–pensó-, seguro que no la echaré de menos.”
Con mucho cuidado, para no hacerse daño, el pez
Arcoiris arrancó de su traje la escama brillante más pequeña de todas.
¡Toma, te la regalo! ¡Pero ya no me pidas
más! ¿eh?
¡Muchísimas gracias! –contestó el pececito azul, loco de alegría-. ¡Qué bueno eres, pez Arcoiris! El pez Arcoiris se sentía muy raro. Siguió con la mirada al pececito azul durante un buen rato, viendo cómo se alejaba, haciendo zig-zags, y deslizándose como un rayo en el agua con su escama brillante.
¡Muchísimas gracias! –contestó el pececito azul, loco de alegría-. ¡Qué bueno eres, pez Arcoiris! El pez Arcoiris se sentía muy raro. Siguió con la mirada al pececito azul durante un buen rato, viendo cómo se alejaba, haciendo zig-zags, y deslizándose como un rayo en el agua con su escama brillante.
Al cabo de un rato, el pez Arcoiris se vio rodeado
de muchos otros peces que también querían que les regalase una escama
brillante. Y, ¡quién lo iba a decir! Arcoiris repartió sus escamas entre todos
los peces. Cada vez estaba más contento. ¡Cuánto más brillaba el agua a su
alrededor, más feliz se sentía entre los demás peces!
Al final, sólo se quedó con una escama brillante
para él. ¡había regalado todas las demás! ¡Y era feliz! ¡tan feliz como jamás
lo había sido!
¡Ven pez Arcoiris, ven a jugar con nosotros! –le dijeron todos los peces.
¡Ahora mismo voy! –les contó el pez. Artcoiris, y se fue contentísimo a jugar con sus nuevos amigos.
¡Ven pez Arcoiris, ven a jugar con nosotros! –le dijeron todos los peces.
¡Ahora mismo voy! –les contó el pez. Artcoiris, y se fue contentísimo a jugar con sus nuevos amigos.
domingo, 9 de marzo de 2014
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